domingo, 27 de septiembre de 2009

el asesinato del piano de cola blanco


De entre los pasillos y pasillos de túneles abovedados, iluminados con luces de colores fríos, pendía el piano de cola blanco. Colgado en lo alto de la bóveda rodeado de decenas de personas que lo observaban. Unos con la saña y deleite de una gamberrada, otros con compasión, como si de un sacrificio humano se tratase.
El foco de luz amarilla iluminaba el techo de la bóveda, y el dj pinchaba una sonata para piano que resonaba en todos los túneles y salas y fue cuando empezaron a alzar a aquel magnifico y olvidado piano de cola blanco.
Quizá en su pasado perteneció a alguna familia noble de dandis ingleses que vivían en Chealse. O quizá no, pero ese piano tenía una dignidad que ahora de repente se le venía arrebatada.
Empezaba a alzarse y algunos echaba carcajadas, otros observaban con la magia de un niño que ve por primera vez a los reyes magos, otros, como si de un castillo de fuegos artificiales se tratase, pero todos atónitos.
Iba subiendo e iba balanceándose, y cuando ya alcanzó la cumbre, los más ansiosos de madera astillada comenzaron a vocear como si estuviesen presenciando una lucha en la arena del Coliseo. Pero aquí no había león ni gladiador. Sólo un piano de cola blanco que iba a ser lanzado desde el techo de una bóveda hasta el suelo.
Realmente se oyó el sonido de la muerte de un piano, un sonido visceral, armónico y plomizo. Y ahí yacía, reventado y malherido. Trozos de madera blanca, rota, cuerdas, teclas desparramadas alrededor y muerte.
Se trataba de una performance del grupo de artistas de Shunt, en London Bridge station. Pero más que una performance en la que viera arte tradicional reciclado en algo contemporáneo, no dejo de ver el asesinato del piano de cola blanco.

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