miércoles, 20 de agosto de 2008

la Kosa

Trabajo de la asignatura de técnicas psicosociales de la creatividad y la innovación (2006 - 3º curso de la carrera). Por cierto, este trabajo me dió la única Matrícula de Honor de toda la carrera! Ahí va:

Se trata de mi bicicleta. Sí, es una bici como la de otro cualquiera, con una rueda delante y otra detrás, bueno pero no hay que confundirla con un ciclomotor o motocicleta porque aunque estas también tienen una rueda delante y otra detrás, no se llaman bici. ¿Cómo sería la persona que se dedicó a dar nombre a las cosas? ¿Tendría él una bicicleta? ¿Por qué no es famoso? Me imagino que sería un hombre borracho y creo que no tenía bici, porque si no seguro que la hubiera llamado Decathlón (así es como se llama la mía).


Bicicleta: f. Vehículo de dos ruedas iguales en que la de atrás se mueve por medio de unos pedales que actúan en una cadena. Esto es una bicicleta según Larouse. Pero mi bicicleta es de color verde oscuro tirando a marrón con algunos trozos en color negro (como los gatos pardos), tiene un sillín de color negro que se puede poner y quitar muy fácilmente, esto lo hacen para que al aparcar la bici nos llevemos el sillín porque suele ser objeto de hurto, hay mucha gente descorazoná por ahí. En el sillín le he puesto un aparato mirando hacia atrás que cuando lo enciendo hace luz roja. Tiene dos ruedas, como hemos dicho antes, tienen poco grosor porque para circular por ciudad es mejor, se va más rápido. El manillar es de color negro y es donde está el cambio de marchas. También le he puesto aquí otro aparato de luz, este hace luz blanca. Y lo que más me gusta del manillar es el timbre. Me gusta llevar timbre porque así, cuando hay alguien en medio del carril-bici, en vez de chillarle ¡quítate! le digo ¡ring-ring!, queda más amable. Además de esto la bicicleta también tiene platos y piñones. Esto es el engranaje por el que se desliza la cadena. Los platos son los engranajes grandes de la parte delantera, son sólo tres, y los piñones son los de la parte trasera y son siete.
Los pedales de mi bici son de plástico negro y tienen reflectores naranjas como los que hay en los radios de las ruedas. Existen dos tipos de pedales, los que se mueven sin pedalear con el simple movimiento de la cadena, y los que son ajenos a ese moviendo y si no es por tus pies no se moverían. Los pedales de mi bici son del primer tipo.
Además mi bici también tiene frenos, zapatas, radios…



Mi bicicleta realmente no es bella. Y además yo, que le subo el sillín hasta el tope… ¡queda de antiestético! Las he visto más bonitas, pero lo que sí tiene es una gran belleza interior. Es una bicicleta feliz, y aunque no es bella, ella misma se quiere, y sabe que es mucho más guapa cuando no se siente fea. Le gusta cantar, siempre va tarareando alguna canción a través del timbre, aunque yo no lo toque ella canta. Las canciones que más le gustan son las de Caetano Veloso. Yo le digo que se tiene que ir modernizando pero dice que Caetano, desde que salió en ‘Hable con ella’, es un moderno.


La utilidad, yo creo que es de lo que más puede presumir una bici. Es relativamente barata, no hace falta tener un carné para conducirla debido a su simplicidad, no contamina, te hace independiente de los autobuses urbanos, si eres un poco espabilado te ahorras los atascos y semáforos (yo unas veces me meto en el papel de peatón y otras en el de conductor agresivo), y además te evitas el tener que pagar plaza de garaje o parking, yo la guardo en casa, y en la calle la dejo con las farolas o los árboles.



La bondad: el principal valor que otorgamos las personas a las bicicletas es su valor ecológico. Bueno, un importante sector de la población mundial usa la bici porque no tiene más dinero para un coche, porque hay muchos ciclistas que eso de ecología les suena a nombre de detergente. A parte de que existan personas que no la usan por su valor ecológico, la bicicleta es el medio de transporte privado más usado que respeta el medio ambiente.
Además de la satisfacción que me produce saber que no estoy contaminando, ir en bici (el cicloturismo, no las rutas) me relaja. Esta mañana me he ido a la playa en bici y me lo he pasado genial. Parecía un guiry, en vez de pasear por la orilla de la playa andando, lo he hecho en bici. Al final me he mojado entero y me he venido para casa. Me gusta que me dé el aire en la cara mientras pedaleo, puedo cantar, y lo más importante de todo, soy yo el que elige el camino y no el autobusero, y si me equivoco puedo retroceder o cambiar de carril con facilidad, si vas en coche no.
En definitiva, la bici me da la libertad que me daría un coche, pero como no tengo, pues me gusta mucho la bici (¡que no contamina!).


Cuado llegó a casa por primera vez fue en navidad, me la trajo Papá Noel. Fue bonito el encuentro, en el salón de casa. Me monté encima de ella en el salón y me hicieron fotos. Muy Kistch. Al pasar las navidades, con una rueda delante y otra detrás nos fuimos en tren hacia Castellón. Su función era llevarme y traerme de la UJI al piso de alquiler allí, en Castellón.


Hay días que mi bici se enfada conmigo porque voy a la UJI en autobús urbano. Como muestra de enfado, la siguiente vez que la uso para ir a clase, ella hace que el cambio de marchas funcione mal. El otro día, en mitad de la cuesta de Rectorat, hizo que fallara el cambio y casi me caigo, y toda la gente que estaba en el césped me miraba y se reía.
Ella me dice: -¿pero qué le ves a ese autobusero que no tenga yo? Ella no entiende que si el día ha salido caluroso yo prefiero ir en bus. Si hace mucho calor y voy en bici, llego a clase sudao, colorao y sofocao, y no es plan.


¿Por qué la rueda de atrás nunca cogerá a la de adelante? ¿Acaso le tiene miedo?, es una forma de vida tan deprimente como la de una mosca. Nosotros, al igual que las moscas formamos parte de una estructura pensante superior. Si una mosca fuese consciente de su vida… come mierda, vive una semana y además, es el animal más despreciado por gran parte del resto de seres terrestres, excepto sus depredadores. Seguro que las actividades que desarrollamos las personas son para satisfacer las necesidades de otro ente superior. Si fuéramos conscientes, ni la mosca comería, ni nosotros pensaríamos más de lo necesario.
La mosca come mierda, la rueda trasera de la bici nunca cogerá a la de adelante y los humanos creamos energía a través del pensamiento para satisfacer a otros. ¿Pero qué es esto? ¿Que ha sido de aquellos maravillosos años en los que el dinero era sal, las bicis volaban y los hombres personas? ¿Que hago aquí, cara al ordenador, fumao y con el alma marchita? Bici, ¿estás bien? 120Km nos separan, yo en Siete Aguas y tú en Castellón. Mañana te veré, te abrazaré y follaremos juntos. Ahora miro una foto tuya, te veo ahí, tan fea y tan templá como siempre.

El martes la noté un poco rara, estaba triste. Resulta que cuando Victoret viene a casa, trae su bici y la deja al lado de la mía. Su bici es institucional, sí sí, es una Bici de la UJI. Claro, como es más bonita que la mía, ésta se enfada. Además, le toca estar aguantándola muchas horas a su lado. Me contaba que la bici de Víctor se reía de ella el otro día. Le decía que no tenía alegría, que tenía el alma tan oscura como su color. Mi bici se puso a llorar. También le hacía presión psicológica diciéndole que su vida era muy aburrida, que sólo había tenido un propietario y eso es un rollo. Mi bici le intentó explicar que no, que ella nació en la fábrica de Decathlón de Toulouse y que había estado en la tienda de Castellón y había conocido a muchas bicis. Pero la bici de Víctor, que es muy puñetera, no le dejó acabar y empezó a decir que ella había tenido en cuatro años cinco dueños distintos y bla bla bla. Es que la bici de Víctor es una maliciosa.
Yo, cuando se pone triste la saco de paseo y se lo explico. Le digo que ese paseo es por y para ella, que no la estoy usando como transporte. Ahí es cuando ella saca todo su esplendor, se pone contenta y empieza con ‘Cu curru cú cú paloma’.

El otro día me contó que Cris, una amiga de clase, le cae mal. Le dejé coger mi bici para ir a la hamburguesería a comprar la cena. El problema fue que como el sillín está a mi medida y Cris es más bajita, teníamos que bajar el sillín y mover la luz roja trasera. Le molestó tanto que Cris tuvo un accidente de vuelta a casa.
Y Alberto, mi compañero de piso, me confesó que le da miedo mi bici. Ahí en el pasillo, tan grande y en la oscuridad... Lo dice porque es lo primero que ve cuando sale de su habitación recién levantado.


En mi cabeza ella era como el día en que le hice la foto. Yo la miraba ahí, en el pasillo de casa. Ella aún estaba sucia de arena de la playa y con el sillín hasta arriba. La luz era más bien escasa. Mi mirada era omnisciente, yo la veía pero yo no me situaba en un lugar concreto. Tras un esfuerzo de concentración, logro meterme en ella: soy ella. Mi centro pensante es la parte del sillín. De pronto estoy bajo de casa, en la calle San Félix, parado en el semáforo. Enseguida empiezo a pedalear. Una sensación de libertad llena mi ser, cada vez soy más y más ligero hasta que, por la altura de la avenida Rey Don Jaime echo a volar. Vuelo alto, muy alto. Los pedales se mueven solos. Una sensación de placer recorre mi cuerpo. Soy libre, vuelo y es genial. Ahora he pasado a ser un ser parecido al de ‘Fantasía 2000’. Soy parecido al personaje que simboliza la noche, que con su manto negro trae la oscuridad y las estrellas. Me siento cada vez más grande, domino todo cuanto contemplo, me expando en el universo…
Voy perdiendo la concentración en mi ser y me centro en ese viaje a partir de la música de relax que está sonando. Mi pensamiento ahora está pendiente de los cambios de compás, de los instrumentos que suenan… Ahora visualizo el ensayo de la banda desde mi posición típica de cada ensayo. La luz es amarillenta. Ya me he desconcentrado. Pienso “mierda, ya no soy mi bici”, pero ha sido agradable mientras era bicicleta en verano, como la novela. Aunque mi verano no es como ese verano ideal. En verano trabajo en la horchatería. Las veraneantes me dan asco. Esas abuelas rancias que huelen a armario envejecido y engullen litros y litros de merengada en una sola tarde esperando a que se haga hora de ir a misa. Y si no esos pijos de chalé del Cerro de San Julián (parece un nombre de una urbanización hecha por una constructora corrupta). Piden un agua para cuatro y están toda la tarde sentados con sus polos y sus alpargatas mirando como sus mocosos juegan en la balsa de los patos. Mucho descapotable pero non tienen para merendar. Más esnobs imposible.
Bueno, ya no me quejo más, al fin y al cabo gracias a ellos vivo, dan el dinero con el que yo luego como y cago.

«Aquí la envidia y la mentira me tuvieron encerrado.
Dicho el humilde estado del sabio que se retira
D’aqueste mundo cansado…»
Y no sé como seguía el Fray Luís de León. En literatura me obligaron a aprenderme esto, y aquí lo he potado, sin querer pero con necesidad de quitármelo de la cabeza.
En la época de este Luís León no existían bicicletas, ¿verdad? Bueno, igual sí, Leonardo da Vinci ya hizo algunos bocetos de bicicletas que más tarde patentó Decathlon.
«Música callada, soledad sonora». Que frase tan paranoica… tanto misticismo no podía salir de los monasterios sin sus huertos.

Bien, volviendo al tema: mi bicicleta no es simplemente dos ruedas, un manillar y luces de colores. Mi bici es glamour, es como una charca con ranas en la primavera del 68. Tiene personalidad propia. Su olor es parecido al del incienso de vainilla y su sabor es como el del dulce de leche. Su tacto es como acariciar granos de arena sobre un folio de papel. Nos queremos, me da calor y aunque yo no lo sepa apreciar, eso es bello.

Mi bici no sueña, bueno, al menos a mí nunca me ha contado sus sueños. No debéis entristecer al pensar que mi bici es inerte, no. Aunque no sueñe tiene sentimientos, ilusiones y aspiraciones. Y lo más importante de todo: tiene dignidad.
El otro día soñé algo bastante parecido a un sueño. Digo esto porque en época de exámenes o cuando tengo una representación de teatro, mis sueños son la prolongación de lo cotidiano en un ambiente tenso y nervioso y siempre con un mal final, supongo que es por causa de los nervios.
Mis sueños más repetidos a lo largo de mi vida (bueno no los sueño desde hace años, pero los he soñado muchas veces). Uno de ellos era un plató de televisión del típico programa de por la noche. De repente aparece un payaso, algo parecido al de Micolor, lleva un cuchillo de carnicero en la mano. El sueño acaba al poco tiempo de que el payaso entra en el plató.
Mi otro sueño es el que hace que te dé un sobresalto y despiertes. Dicen que ese tipo de sueños con sobresalto son un recurso de la mente para que te despiertes porque necesitas ser consciente, o bien porque te orinas, tienes fiebre, sudas, te duele algo… eso dicen las malas lenguas. Pues bien, mi sueño con sobresalto es que caigo a un agujero, como de una alcantarilla. En ese agujero siempre hay un cartón de rollo de papel higiénico, un papel arrugado, y otro tipo de desechos que no he reconocido. Es definitiva, un agujero oscuro y con basura. Una vez caía en ese agujero despertaba.

No todos los sueños se producen durmiendo. Cuando tenía 14 años había un juego que estaba de moda. Consistía en ponerse de cuclillas respirar hondo diez veces, te levantabas rápido, aguantabas la respiración y un amigo te hacía presión con las manos en el cuello (no dejando pasar oxígeno al cerebro) hasta que entrabas en un estado de inconsciencia durante unos diez segundos en los que soñabas. Cuando me lo hicieron, mientras mi amigo José Félix me hacía presión en el cuello yo veía unos pinos y una farola, era de noche. Cuando recobré la consciencia me preguntaron que con qué había soñado porque sonreía y estaba feliz. Soñé que volaba y me dirigía hacia los pinos iluminados por la farola, era muy ligero, como un insecto y esa sensación de volar libremente me hacía feliz. Es peligroso, pero fue una experiencia bonita.

Mi bici también tiene manías al igual que las personas. A primera vista, parece que nadie tenemos demasiadas manías pero te paras a pensar durante un rato y empiezan a salir manías, formas particularmente raras de hacer las cosas, e incluso comportamientos que rozan la paranoia.
Anoche, estuve hablando con Alberto de esto, de las manías. Le conté la de Miguel Ángel, la del zapato izquierdo por delante del derecho y le encantó. Realmente es la manía más bonita que he oído nunca. Él empezó a preocuparse porque quería tener también manías con una justificación tan bonita como esa. Al final estuvimos durante dos horas hablando de nuestros comportamientos maniáticos.

A mi bicicleta lo que menos le gusta es que le roce la zapata del freno en la rueda, eso le puede. No puedo dejarla en otros aparcaderos de bicis que no sean los de la media circunferencia (siempre le pongo su cadena, la que lleva siempre en el manillar colgando, para que nadie intente robarla). Sólo le gustan esos aparcaderos o bien una farola o árbol, pero nada más. Tampoco soporta que le modifiquen la altura del sillín y cuando llegamos a casa prefiere que la apoye en la pared del lado izquierdo, nunca descansa con el lado derecho (es un trauma infantil, lo arrastra desde Toulouse). Es igual que yo pero al contrario, yo sólo duermo boca arriba o de lado derecho, no sé dormir con el lado izquierdo, manías.
De pequeño, cuando tenía peluches y muñecos en la habitación cada día los cambiaba de sitio y postura porque pensaba que tenía que ser muy aburrido para ellos estar todo el día con el mismo ángulo de visión. La manía más paranoica que tengo hoy por hoy es con el aire y la oscuridad.
Me resulta incómoda la idea de que el aire de ciertos espacios cerrados no se regenere. Por ejemplo, yo siempre tengo que dejar la puerta del microondas abierta, para que tenga libertad de aire. Cuando voy a beber agua de una botella, desenrosco el tapón y soplo ligeramente hacia adentro para que el aire se regenere.
Nunca cierro del todo las puertas de los armarios para que pueda correr el aire y sobre todo, siempre dejo una pequeña separación entre los libros y la pared.
Respecto a la oscuridad, se trata de los cajones, baúles y cajas. Pienso que en los sitios donde siempre hay oscuridad, las cosas están tristes, apagadas, angustiadas. Por eso, de vez en cuando abro los cajones para que entre la luz, lo mismo hago con cajas y baúles. Pienso que la luz es un elemento fundamental y con el que se cuenta a la hora de crear un objeto. Quiero decir, que cuando piensas en una carta, un paquete de chicles o un bolígrafo no lo imaginas en un cajón oscuro. Las cosas no se merecen estar en oscuridad.

Bueno, y manías a la hora de andar por las aceras, manías-rituales en piscinas… de este tipo todos tenemos una.

Me estoy acordando ahora de mis amigos imaginarios a lo largo de mi vida. Del perro amarillo en el aseo del colegio. Cada vez que iba al aseo él estaba al lado de la escobilla y yo lo cogía y le acariciaba. También recuerdo a los gusanos de vista. Si miras fijamente a un punto en concreto, la vista crea un efecto como si fuesen gusanos transparentes. Para mí, cada vez que ese efecto se producía eran los gusanos de vista que venían a verme. Sobretodo me pasaba cuando estaba en la cama con fiebre y constipado.
Otros seres imaginarios pero siendo ya menos pequeño eran los Copépodos. Realmente copépodo es el nombre de un bicho de los ríos, son como un palo que se desplaza rotando sobre sus extremos. Bien, pues este nombre es el usábamos para referirnos a unos seres muy pequeños que iban por los estuches, los guardabas en el bolsillo y todo lo que quisieras. Los copépodos han sido los únicos amigos imaginarios en grupo, es decir, unas 7-8 personas sabíamos lo que eran, los definíamos igual y era divertido.
Con esta información parece que haya sido el típico niño de las películas americanas que sólo se relaciona con seres imaginarios y juega mucho al ordenador… Pues no, afortunadamente he tenido la típica infancia de niño de pueblo: jugando en el río, por las huertas, en la banda de música… Vamos que he tenido por ahí a mi perro amarillo y tal, pero no es algo preocupante. (Como intento justificarme…)

¿Tendrá mi bici algún amigo imaginario? Tiene esta bici una personalidad tan frágil que me recuerda al Principito. Tan reflexivo y valiente pero a la vez tan débil y enojado. Así es mi bici, unos días te puede estar hablando sobre la función social de la moral, que al día siguiente no te habla por haberla metido por una calle con rayas amarillas en el suelo (también odia el color amarillo reflectante de los bordillos). Esos altibajos en la personalidad hacen que por momentos la odie, pero de normal siempre estoy aprendiendo de ella. Es como la caja con el cordero que le dibuja el aviador al Principito. Dentro de ella está el cordero que tú deseas, tu cordero ideal. Así es mi bici, puede ser muchas cosas en una sola.

Y como dice Freddy Mercury: I want to ride my bicycle… Me voy a dar una vuelta con mi bicicleta.

1 comentario:

Daniel Tomás Marquina dijo...

Me ha encantado, te oigo a tí hablar cuando lo leo!jeje. Me gusta la manera que relacionas las cosas y como conviertes una trivialidad en un viaje de ensueño. besikos